sábado, 7 de mayo de 2011

Los ojos

Los ojos se acomodan a la intensidad de la luz.
Existen recursos naturales para no deslumbrarse con demasiada luz, y/o para poder recibir algo de información visual en penumbra.

Existe una adaptación de la retina a aumentar o disminuir la cantidad de pigmento. Cuanto menos luz, más pigmento, y viceversa.

El iris.
El iris es un diafragma capaz de variar el tamaño de su apertura central. Se encuentra a unos milímetros por detrás de la córnea, que es un tejido transparente, invisible a simple vista.
Cuanta más luz el iris cierra la pupila y entra menos radiación luminosa
dentro del ojo: así evitamos deslumbrarnos. En penumbra, la pupila se dilata
para que entre la máxima cantidad posible de luz.

Estamos acostumbrados al funcionamiento del iris humano que tiene una forma perfectamente circular, pero la diversidad de pupilas es asombrosa.

Tenemos la típica pupila en forma de hendidura vertical:
También existen hendiduras horizontales.
Entre las criaturas acuáticas, existen algunos pupilas en forma de "U". Esta protusión excluye los intensos rayos de luz que vienen de la superficie.

Hay pupilas en forma de “W”, también para protección de la luz de superficie.

Los ojos con buena visión nocturna necesitan de una mayor reducción de luz si quieren manejarse de día. Así, una hendidura vertical permite que al entrecerrar los parpados se consiga un control adicional. Nosotros, al tener la pupila redonda y central, no podemos entrecerrar los párpados para controlar la luz sin alterar la
visión.

El ojo adaptado a la penumbra es grande, sin embargo, para desenvolverse bien con luminosidad intensa el iris se cierra, y su hendidura vertical es capaz de
dejar solamente cuatro pequeños orificios como puntas de alfiler.

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